En el corazón del Caribe colombiano, las comunidades enfrentan desafíos significativos relacionados con el acceso al agua potable y la defensa de sus territorios. Dos comunidades han puesto de manifiesto la urgencia ante un enfoque integral frente al derecho al agua, que respete sus derechos al agua y el medio ambiente, los y las campesinas de los Montes de María y la comunidad Wayuu. En ambos casos son comunidades que viven las afectaciones que ha dejado la explotación económica, en Guajira por la extracción minera, y en la Serranía de San Jacinto, la implantación de monocultivos, que implicó apropiación ilegal de tierras y aguas, desplazamiento forzado por coacción (masacres, amenazas y un repertorio de actos de sevicia y terror).
El primer caso nos presenta la situación del arroyo Bruno, un recurso hídrico vital para las comunidades de Pujuta Shuchiku, Luwopuu y Youluna. Estas comunidades han alzado su voz para exigir la protección de este arroyo, símbolo de toda la destrucción que ha significado el Cerrejón para el ecosistema peninsular y su territorio esencial para su subsistencia. El arroyo Bruno forma parte de su identidad cultural. La contaminación y la explotación de recursos naturales ya ha creado bastante destrucción de su ecosistema, desaparición de poblaciones (Tabaco es un ejemplo de ello) y destrucción de sus caminos tradicionales vinculados a los caminos del agua (algunos de ellos desplazados para uso de la minera), generando falta de fuentes hídricas para sus poblaciones, contaminación de las pocas aguas disponibles
y afectaciones a la salud. Por ello los y las líderes wayuu han sido llevados a organizarse y luchar por su defensa (#defendamosalbruno).