La democracia que soñamos, la democracia que tenemos

La nueva edición de Cuarto Intermedio se inscribe temáticamente en los 42 años de democracia que cumple Bolivia este mes de octubre. Los ocho artículos que componen la publicación se enmarcan en el título general de la revista: “La democracia que soñamos, la democracia que tenemos”.

Un rico conjunto de abordajes y visiones nos ayudan a traer a la memoria los momentos de recuperación de la vida democrática en el país, al igual que se hizo en el número 132-133 de nuestra revista, pero con la orientación puesta en analizar y proponer la democracia que debería vivirse actualmente. La privación de una vida democrática en la sociedad y el Estado en el período de las dictaduras militares impulsó a varias generaciones a apostar por consolidar la democracia que hoy tenemos y tras ese anhelo se prefiguró el desarrollo de una democracia más amplia y plena.

No obstante, luego de algunas décadas, esas aspiraciones y sueños se fueron eclipsando con situaciones, vivencias y acciones que atentaron y atentan contra la institucionalidad democrática. Por ello, junto a la necesaria retrospectiva de la vuelta a la democracia y su afianzamiento paulatino, es urgente contrastar con las formas que efectivamente están vigentes y operando en nuestro sistema democrático.

En tal sentido, el esfuerzo de los autores y las autoras que colaboran en este número permitirá acercarse a las debilidades propias de nuestra democracia, los mecanismos que la han debilitado, así como a las posibles acciones que ayuden a fortalecerla.

Los abordajes que aparecen en los textos ayudan a ver las propuestas desde poblaciones como las mujeres, la juventud, el movimiento indio/indígena, a lo que se suma la reflexión más general sobre los liderazgos hoy necesarios para una democracia sana.

Los procesos, actores y escenarios en los que se desarrolla la vivencia democrática permiten también analizar con perspectiva las contribuciones, los daños y responsabilidades para el desarrollo democrático en estas cuatro décadas.

Sin duda queda mucho por avanzar, discutir y sobre todo hacer efectivo, en aras de no permitir que los principios, valores e institucionalidad democráticas desaparezcan o queden como un mero enunciado que no condice con la realidad. Esa es una responsabilidad de todas y todos y lo que menos se puede hacer es delegar a los políticos y sus intereses la conducción total de los procesos democráticos. Una conciencia ciudadana comprometida con el desarrollo de una sociedad y un Estado democráticos hoy se impone. 

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