El papa Francisco ha sacado a la luz el tema de la sinodalidad. Una palabra que era escuchada con poca frecuencia ahora resuena por todas las diócesis. La razón es el tema del Sínodo de los Obispos: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Esta asamblea consultiva fue promovida por Pablo VI en el marco del Concilio Vaticano II para involucrar al episcopado en el gobierno de la Iglesia. Ahora, en el nuevo sínodo, Francisco ha decido ampliar la participación de todos e involucrar a todo el Pueblo de Dios. Así, este sínodo tiene la particularidad de realizarse por etapas, la primera es la diocesana, en la que pueden participar todos los bautizados. La idea ha sido darle voz a los laicos para que se pronuncien en torno a las aciertos y desaciertos de la Iglesia. Lo que el papa no quiere que se pierda de vista es la fidelidad al Espíritu del Evangelio. Su objetivo es que toda la Iglesia (laicos y laicas, el episcopado, sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y consagradas, desde las diócesis y las universidades) camine junta hacia una reflexión que responda a la vocación y misión de la Iglesia actual, en comunión y de manera fraterna.
En este trabajo titánico que se ha emprendido, el lugar de la mujer dentro de la Iglesia ha resaltado como un punto neurálgico y la vanguardia en este tema la ha llevado a la Conferencia Episcopal Alemana, que ha puesto el dedo en la llaga sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia. Como resultado de su etapa sinodal diocesana, de manera oficial ha sugerido al Vaticano que se autorice el sacerdocio para las mujeres, en un documento entregado para su reflexión dentro de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos realizada en octubre de 2022.
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