Dos millones y medio de jóvenes, que representan el 40% del padrón electoral, votarán estas elecciones según datos del INE. Una juventud considerada como despreocupada de los asuntos públicos, extremadamente individualista, conformista e interesada en lo banal, por una generación adulta que la compara con aquella juventud política de los años 70 y 80. En el imaginario adulto están esos jóvenes universitarios guerrilleros y hasta colegiales contestatarios a las dictaduras, con premisas claras e ideales fuertes, que actuaban predominantemente en las calles, inmiscuidos en la política institucional o partidaria desde temprana edad y partícipes en el proceso de la recuperación de la democracia en el país.
Las referencias son muchas. Gloria Ardaya tenía 30 años cuando ocurrió la masacre de la calle Harrington de la cual sobrevivió. Esther Manzano Coronado tenía 18 años cuando fue detenida y desaparecida por la dictadura de García Mesa. Julio Condori Chura era dirigente estudiantil cuando fue desaparecido forzosamente por participar de las protestas contra la dictadura. La importante presencia de jóvenes estudiantes de secundaria y universitarios en los procesos políticos que enfrentaba el país aún continúa en la memoria colectiva.
Hoy, a meses de las elecciones, no hay figuras de líderes jóvenes claras y no se ve, como en aquella época, una participación tan activa en la política partidaria de los jóvenes que viven cada vez más en un mundo virtual, lo cual lleva a cuestionarse si la participación social y política de la juventud actual existe y es sustancial.
Pero, ¿cuál es la razón de este desinterés en los jóvenes? Una de las explicaciones está en el cambio generacional de valores. Recientemente se realizó la Encuesta de valores sociales y políticos de los millennials de la UCB La-Paz (2018)2. Según este estudio existe una suerte de individualización frente a lo colectivo, ya que los jóvenes hoy creen que el cambio empieza por uno mismo y que el responsable de mejorar la sociedad es el ciudadano, mucho antes que el gobierno, las organizaciones o los partidos políticos. Es una generación que quiere cambiar el mundo pero que ese deseo se ve plasmado en el crecimiento de emprendimientos sociales o en la implementación de la responsabilidad social empresarial, por parte de las empresas.
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