Se acercan las elecciones generales y, ahora más que nunca, los periodistas que hacemos un trabajo independiente, estamos en medio de un fuego cruzado, lo que demanda mayor profesionalismo para esquivar los golpes de uno y otro lado.
Los políticos cuando están en el bando opositor suelen ser defensores de la libertad de expresión, pero una vez que llegan al poder, aplican mecanismos de control de este derecho. Eso ocurre en circunstancias normales, pero cuando se trata de una etapa preelectoral, todos los candidatos, sean del oficialismo o de la oposición, ejercen presiones y lanzan acusaciones a los medios de comunicación porque creen no estar siendo beneficiados con la cobertura periodística.
Las encuestas que no les favorecen, las revelaciones en contra, el programa del oponente, todos los contenidos que van en desmedro de su candidatura ocasionan reclamos, acusaciones públicas y vetos en el acceso a la información y/o la publicidad.
En el caso boliviano, estas elecciones son particularmente diferentes porque el binomio oficialista, formado por Evo Morales y Álvaro García Linera, concurrirá a las urnas violando la Constitución Política del Estado (CPE), los resultados del referendo del 21 de febrero de 2016 y la propia palabra que ambos dieron de no volver a postularse, pero finalmente lo hacen con el amparo de un cuestionable fallo de un Tribunal Constitucional que, a estas alturas, juega como un actor partidario más.
También son unas elecciones diferentes porque existen dudas sobre la imparcialidad del árbitro, en este caso el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que ha dado muestras de estar alineado con el binomio oficialista desde el momento mismo en que lo ha habilitado para buscar un cuarto mandato.
Por otro lado, los candidatos irán a unas elecciones desiguales, no sólo por esos dos aspectos mencionados previamente, sino porque Morales y García Linera hacen uso del aparato estatal en su campaña, mientras que los opositores juegan desde el llano.
En ese marco, es previsible que recurran a todo tipo de estrategias, instrumentos y canales, entre ellos, las redes sociales que, como se ha demostrado en procesos electorales de otros países, se han convertido en un escenario de lucha electoral que puede ser decisivo.
Si bien las redes sociales son el espacio de mayor libertad del que gozan los ciudadanos para comunicar sus ideas, también son un espacio descontrolado para la difusión de información falsa, distorsionada, maquillada o descontextualizada.
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