Introducción
Hablar de la relación entre teología y pastoral como un desafío sinodal desde el punto de vista de la pastoral, es vislumbrar que la teología es pastoral y la pastoral es teología. Según Rautenstrauch (1734-1785), los teólogos son los que piensan y los pastoralistas son los que aplican; así, del mismo modo la teoría de la teología debe aplicarse en modo concreto y útil a la práctica de la vida humana. Es necesario superar esta perspectiva, y se va haciendo gradualmente. Los teólogos y pastoralistas necesitan caminar juntos, sumar, respirar a Dios en el pastoreo, porque las dos dimensiones caminan juntas, son inseparables, tienen la misma misión de hacer que se desarrolle el Reino de Dios. Y de eso tenemos muchas imágenes en la Biblia y el diario vivir.
Para acercarnos a estas dos dimensiones tenemos a Jesús afirmando que el Reino se parece a…, el Reino de Dios es como… un campo, o mejor como un tesoro escondido en el campo. Quien descubre el tesoro, se encanta, brilla, se fascina. Interesante, quien lo encuentra, lo vuelve a esconder. Pero, ¿por qué lo esconde? Lo esconde hasta lograr deshacerse de todo, para entrar con el corazón abierto en el campo, todo con gran alegría (cf. Mt 13,44).
Un teólogo, una teóloga necesita vivir de Dios, un pastoralista también. Los dos tienen su fuente en el Pastor, Dios Trinidad. Necesitan hacer a Dios presente, hacerlo transparente, ser signos visibles y creíbles de Dios. Son caminos posibles, ya hechos por tantos y tantas en la historia de la humanidad. Algunos lo hacen desde los libros, y así lo viven y comparten; otros lo hacen a partir de la vida en el quehacer diario.
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