De ese período advertimos la necesidad de perseverar siempre en los métodos democráticos y en recuperar la dignidad de la política, para que esta sea en favor del bien común, inspirada en valores que le den trascendencia y con suficiente espesor intelectual para responder a los complejos desafíos de la era actual.
Se ha escrito que en Chile se conmemoran más las derrotas que las victorias, como si los sufrimientos colectivos hubiesen templado más el espíritu nacional que los festejos triunfales. No es de extrañar entonces que una vez más la mirada se vuelva hacia el 11 de septiembre de 1973 cuando han transcurrido 50 largos años cargados de novedades. Los que vivimos ese día somos un porcentaje cada vez más reducido de la población. La magnitud de la tragedia ha hecho que ese acontecimiento y sus secuelas hayan trascendido las circunstancias para entrar en la dimensión de los arquetipos, es decir, de construcciones narrativas con un significado trascendente, lo que dificulta el análisis histórico y la reflexión política.
Se ha llegado a afirmar incluso que la UP es un proyecto inconcluso, se subentiende que todavía está vigente, como si estos 50 años hubiéramos vivido un prolongado intervalo a la espera de que otros protagonistas vuelvan a enarbolar esas banderas. Algunos parecen desconfiar de un análisis sobre los acontecimientos que culminaron en el golpe de Estado y la consecuente violación de los derechos humanos. El presidente Gabriel Boric, en cambio, ha incitado a superar las simplificaciones ideológicas. El reciente libro de Patricio Aylwin sobre el papel de la DC durante la UP es un aporte a ese debate, que se viene a sumar a una larga lista de estudios, análisis y testimonios sobre ese período.
En otras efemérides del 11 de septiembre se ha suscitado un interesante debate entre la necesidad de la memoria encargada de registrar los hechos, principalmente las transgresiones a los derechos de las personas, y la historia que busca desentrañar la lógica de los acontecimientos. Esa misma discusión ha resurgido esta vez con mayor fuerza.
Sigue rondando la acuciante pregunta: ¿era posible evitar el golpe de Estado que amenazaba a la democracia desde mediados del gobierno de Frei Montalva? En sus reflexiones, Aylwin comienza por preguntarse: ¿qué pudimos haber hecho mejor para evitar lo sucedido? Ese espíritu autocrítico debería ser compartido por todos.
En sus reflexiones, Aylwin comienza por preguntarse:
¿Qué pudimos haber hecho mejor para evitar lo sucedido?
Ese espíritu autocrítico debería ser compartido por todos.
Otros tiempos
Resulta difícil comprender el espíritu de una época cuando su ciclo ha concluido. Los años sesenta y setenta estuvieron signados por la utopía, tal como los tiempos actuales parecieran estarlo por el pragmatismo. Resonaba el lema de los estudiantes de París: «Seamos realistas, pidamos lo imposible». Se partía de la premisa de que el capitalismo estaba agotado.