No deja de llamar la atención que, actualmente, existan visiones confrontadas en la opinión pública sobre la salud de la democracia y sobre la misma noción de democracia. Por un lado, están quienes señalan que la democracia se sostiene en un proceso de mejoramiento y profundización con el retorno del MAS al gobierno, junto a la presencia de las organizaciones sindicales que lo acompañan; mientras otros sostienen que la democracia boliviana ha derivado en un régimen autoritario en que no se respeta la institucionalidad, la justicia ni las leyes y que se ha impuesto un sistema unilateral que poco a poco va confiscando las libertades políticas y civiles de las personas. ¿Cómo se explica esta discrepancia?
Los desacuerdos sobre la democracia surgieron con mayor fuerza a partir de la coyuntura crítica ubicada entre 2016 y 2020, cuando la población se movilizó en rechazo a la repostulación de Evo Morales y exigiendo el respeto a los resultados del voto popular soberano, del Referéndum de 2016. En ese momento sectores ciudadanos y sociales generaron intensas movilizaciones “en defensa de la democracia” y del 21F, cuyo momento culminante fue el estallido social post electoral de 2019. Curiosamente, del otro lado, durante la campaña electoral del candidato a la presidencia del MAS en 2020, Luis Arce Catacora, se utilizó una frase parecida cuando se hablaba de la necesidad de “recuperar la democracia” que se había fracturado con el conflicto y la renuncia de Evo Morales a la presidencia.
Lo cierto es que, la realidad democrática es una sola y responde a un proceso histórico de construcción en el cual, cada una de sus distintas fases ha aportado con factores distintos pero que resultan complementarios y se enriquecen mutuamente. Por otra parte, si bien existen distintas formas de ejercicio de la democracia, estas se encuentran integradas en la nueva Constitución bajo la noción de democracia intercultural, en la que conviven formatos representativos, directos, participativos y comunitarios de la democracia, y no están confrontados entre ellos. Sin embargo, no hay que olvidar que la democracia es un hecho político, por tanto, se sitúa en medio del campo de disputa discursiva entre oficialismo y oposición, junto con otros elementos discursivos que (re)polarizan la actual coyuntura.
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