Óscar Ortiz Antelo (Santa Cruz de la Sierra, 1969) es un hombre dividido en varios sombreros que le han tocado durante su vida y que de alguna forma lo persiguen, y que también se reflejan en las respuestas a la entrevista concedida aA NF.
Por una parte, es relativamente joven, cincuentón, frente a otros candidatos que ya pasaron los 60. No es sólo un asunto etario sino algo más. Fue niño durante la dictadura militar de Hugo Banzer y adolescente en el inicio de la democracia después de la derrota del último ciclo fascista (1980-1982). Esto significa que no es una persona crecida en los enfrentamientos de los años duros en el Cono Sur y que desarrolló tanto sus estudios, sus negocios, como su militancia política, en un ambiente muy diferente al de otros contrincantes, como por ejemplo Víctor Hugo Cárdenas o el candidato renunciante Jaime Paz.
Generacionalmente, pertenece a un grupo más conciliador -algo que ayuda su propio carácter sereno- y que no sintió el impacto negativo de las políticas neoliberales. Por ello, no es un candidato que responde a la imagen de los que resistieron en los años noventa. No es un político formado en las calles, en los bloqueos, en la protesta típica boliviana.
Tampoco es alguien que estuvo motivado por las nuevas causas, como las de las minorías ambientalistas, indigenistas, el discurso de género; mucho menos es parte de los discursos de las personas que militan más en las redes sociales que en el cara a cara.
Está entre dos fuegos, no sólo metafóricamente, sino por generación, por origen y por propuestas.
Óscar Ortiz dedicó más años de su vida al trabajo empresarial ligado a un emblema del progreso económico cruceño y, a la vez, del conservadurismo político: la CAINCO. Su trayectoria como servidor público está impulsada por su militancia con el General Hugo Banzer, aunque en su etapa de político sometido al voto popular. Desde los ministerios en la sede de gobierno aprendió a mirar más allá de los intereses corporativos cruceños y eso se nota en sus respuestas, pero no en el programa de gobierno.
Como legislador intentó mostrarse como un parlamentario que conversa con el adversario, sobre todo en los años más duros del gobierno presidido por Evo Morales Ayma (Movimiento al Socialismo), 2008-2009, cuando había el peligro de una guerra civil o al menos un enfrentamiento letal entre habitantes de las tierras altas y de las tierras bajas antes de la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado (2009).
A la vez, se auto identifica como alguien que fiscaliza y que denuncia. Sin embargo, tampoco sus investigaciones llegan hasta el final, es decir hasta lograr cambiar decisiones del Poder Ejecutivo.
Aunque en la entrevista no está plenamente desarrollada su visión internacional, hay que tomar en cuenta que es uno de los candidatos con más relaciones externas, favorecido por sus relaciones anteriores tanto desde Acción Democrática Nacionalista, PODEMOS y desde Demócratas y como parte de la Unión de Partidos de Latinoamérica, de tendencia conservadora. Tiene un equipo con sólidos contactos con otros partidos similares dentro y fuera del continente: algo en que sólo lo aventaja el MAS.
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