Félix mirando el electorado de Evo
Félix Patzi es para mí un político cuyas sensibilidades difieren del resto de la oposición porque busca una base social que no es la de la clase media urbana que se rebela estos años contra el MAS. La base a la que Patzi apunta es a la que el MAS llama la nueva clase media o a la que, los que gustan de los eufemismos denominan las “clases populares”. Estas clases son, en efecto, las de migración más reciente a las ciudades, de profesionalización más joven en términos generacionales y también las que guardan una identidad indígena mayor. En general, más que analizar la verdad de lo que Patzi dice, o cuán de acuerdo o no uno está con él, Patzi sirve de brújula de dónde cree él que apunta su base.
Al seguirle la ruta al Gobernador de La Paz, al menos se puede intentar entender qué piensa alguien que interpreta a su electorado como para ser Gobernador de La Paz en tiempos del MAS, después de romper con éste. No es trivial que su Movimiento Tercer Sistema (MTS) sea sistemáticamente cuarto en las encuestas nacionales, así sea con un 3% de intención de voto. Es el único que compite a Evo en su área. Habrá que preguntarse, por ejemplo, qué ocurriría con ese voto si, en una vuelta de esquina, Evo se resbalase políticamente en una cáscara de plátano, quedando magullado.
En la entrevista que ANF le hace al Gobernador Patzi, se refleja su percepción política. Por ejemplo, cuando el Gobernador se las ingenia para eludir una definición acerca de si hay presos o perseguidos políticos en el país. Patzi hace acrobacia para, a la vez que evitar las explicaciones que daría un ministro de Evo, no quedar en la alforja de sus detractores duros. Patzi se despacha así en ese tema: “No creo que sea el concepto de presos políticos” (…) Los supuestos perseguidos han sentido que no había aquí una justicia objetiva al ser acusados y enjuiciados o procesados”.
Patzi deja la ambigüedad oblicua, en cambio, cuando no duda que su electorado potencial se alinea con él, como en la responsabilidad de Goni, a quien no repara en tachar como responsable de asesinatos. Patzi, efectivamente, sabe cómo graduar sus declaraciones entre los rodeos y las definiciones cortantes que exige la política. La oposición acérrima contra Evo lo alejaría del voto al que aspira.
Si se le sigue así la huella, es más fácil leer al Gobernador de La Paz. Es como si la estrategia de Comunidad Ciudadana, de enfrentar a Evo sin dejar de reconocerle méritos, se extremara en Patzi. Es el caso cuando responde respecto a investigaciones futuras sobre la corrupción, que afecten al actual Gobierno. Ahí reaparece el Patzi difuso: “… estas cosas de mala administración, en el hipotético caso de que existieran…”, para concluir que en realidad es un asunto burocrático, de entidades, documentos y auditorias. Porque Félix Patzi, desnudando su intención de no enconarse contra Evo, aduce que “yo no soy ninguna autoridad para dedicarme a esos asuntos judiciales…”, cuidando siempre no pasarse la línea de la suave crítica y entrar de lleno en el escarnio: “Ahora el problema del gobierno es que han relativizado los procesos de control fiscal, me imagino”.
El pueblo es bueno
Patzi también revela que algunas cuestiones de Estado se le escapan. Son esas en las que pone la santidad del pueblo como bandera, en la tradición de masas boliviana, para la cual si el pueblo definiera no habría problemas que enfrentar. Porque el pueblo es bueno y quizá infalible.
A esa creencia se adhiere Patzi, aunque por ese rumbo no necesariamente estén las soluciones para el país. Pienso en su respuesta respecto de los derechos humanos en Bolivia. Definan si coinciden conmigo: “Lo primero, hay que encontrar las causas y no solamente atacar el efecto. Generalmente las normas bolivianas, particularmente (en) los últimos tiempos, se ha ido haciendo en función de los efectos pero no de las causas y hay que encontrar las causas. Nosotros hemos planteado en el programa de gobierno algo muy conciso y es prácticamente otorgar el poder al pueblo, de manera real, no de manera discursiva.”
Me recuerda a las esperanzas que la Participación Popular en los años 90 depositó en los comités de vigilancia, que controlarían a los políticos y a la burocracia, sin reparar en que hay poderes sociales prestos a hacerse fuertes allá donde la ilusión legislativa deja de ver al país real para acariciar al que imagina. Patzi, sin embargo, insiste: “Nosotros decimos que nuestra propuesta es estructural ya que más bien la justicia será administrada, juzgada, investigada por la propia colectividad a través de sus organizaciones territoriales. Desde la ciudad, la junta de vecinos de distritos. Prácticamente no va a existir ninguna violación de Derechos Humanos. Entonces el derecho humano se soluciona paulatinamente de manera estructural”.
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