Cuarenta años han pasado desde que los y las bolivianas pudimos hacer prevalecer la razón democrática por encima del autoritarismo dictatorial; sin embargo, los festejos de este aniversario han venido con un retrogusto amargo. Si bien se trata de un logro significativo e innegablemente histórico, el haber podido recuperar, imaginar y empujar la democracia, no únicamente como un sistema de gobierno, si no como un valor político fundamental para la existencia y supervivencia del país, hay un “elefante en el cuarto” que no podemos ignorar: los conflictos de 2019. No los podemos ignorar porque nos obligan a evaluar qué tan sólida es esa democracia que ahora está de cumpleaños.
¿Realmente tenemos la posibilidad de festejar? ¿o queda más bien pendiente evaluar si esta es la democracia que habíamos imaginado hace 40 años?
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