Cochazuela

Imagen referencial
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Venecia, hermosa ciudad italiana, ampliamente reconocida por sus canales, es un hito la arquitectura porque no sólo la caminas, sino que la navegas en sus góndolas. Cuando los conquistadores llegaron a América encontraron algo similar en una tierra que hoy se llama Venezuela. Para que sepas, Venezuela significa la pequeña Venecia. 

Hablando del tema, nuestra hermosa tierra también le debe su nombre a Bolívar porque de Bolívar viene Bolivia.

Entonces con tan sublimes ejemplos podríamos decir que, hoy por hoy, vivimos en Cochazuela, y no en Cochabamba, llena de canales, por los cuales no solamente puedes caminar y conducir, sino también navegar. 

En esta época lluviosa, este valle se ha convertido en un inmenso dédalo de agua por el cual transitan lanchas improvisadas, así como un original transporte “cruzacalles” en bicicarro.

Por otro lado están los “gondolieri”. No me refiero a esos guapos venecianos vestidos con poleras a rayas blancas y negras, tocados de un vistoso sombrero, sino de los que manejan las antiguas góndolas, hoy transformadas en trufis y micros. Esos son los “sindicatieri”.

Para ellos,  alegremente, la alcaldía les construye “rontondieri” y “distribuidoieri”, con el dinero proveniente de los contribuyentes.

Los “sindicatieri” viven felices. No pagan impuestos, conducen chatarras con más de 20 años de vida, que se caen a pedazos pero cuentan con inspección técnica al día y encima terminan agarrándose a golpes porque quieren más rutas de acceso a los mercados populares de la Kochapampa, hoy Cochazuela.

¡Siéntase usted feliz! Usted ya no vive en la Ciudad Jardín, hoy vive en una ciudad inundada.

¡Qué linda es la lluvia! Le quita el maquillaje a todo; no importa cuánta pancarta pongas anunciando “el trabajo que hiciste”, la lluvia termina desnudando la miseria de las calles.

Recuerden que sólo el 2.5 por ciento de Cochazuela está cubierto de árboles. Árboles tan necesarios para absorber la lluvia y mitigar el calor. Pero claro, al contrario de lo que se hace en otras ciudades, en Cochazuela se los trasplanta (un eufemismo para decir que se los mata), a título de construir un nudo viario, que sólo servirá para “desfogar” una avenida congestionada llena de chatarras ambulantes pertenecientes a los “sindicatieri”.

Ésos que se han multiplicado en Santa Cruz, y amenazan con paralizar a la ciudad, mediante un paro, el mismo día que comenzarán las clases, porque no quieren adherirse al plan de ordenamiento del tráfico.

Ésos que prestan servicio de pésima calidad, en Potosí, La Paz, Sucre, usted ponga su ciudad, y verá un auto chuto de 1986 funcionando en el sindicato de turno. 

Éstos y otros bribones han transformado a Bolivia en Bolizuela. Hacen con ella lo que les da la gana. 

Ellos aseguran el voto de sus “sindicalizados”, a quien esté al mando de la ciudad, o del país. Específicamente a quien les asegure impunidad, para que no paguen impuestos, para que la inspección vehicular no recaiga sobre ellos, o para que no cambien sus viejos motorizados. No importa de qué lado o color estén, es curioso que nadie toque a los intocables. Así que como dicen en Venecia, según reportan los folios históricos de “Plinierie el Mameri”, los “cojudieris” de los “sindicatieris”, al poder, serán los gobernantes.

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BRIANÇON, Monica
BRIANÇON, Monica

Gerente propietaria de Valor Agregado. Gestora de prensa.