Agotamiento, estrés, depresión y sin un espacio para sí mismas, las mujeres cuentan cuál es su experiencia con la modalidad del teletrabajo.
Paola Mejía, Jenny Rocha, Mónica Jiménez y Erika Apaza, tienen un común denominador, teletrabajan y su estrés ha escalado con todo lo que implica ser madres, maestras, esposas y cuidadoras del hogar; su mundo se ha complicado en medio de una pandemia del Covid-19 que no da tregua al planeta.
A partir del 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la COVID-19 podía caracterizarse como una pandemia, los países cerraron sus fronteras, declararon confinamientos, las personas terminaron encerradas en sus casas y el teletrabajo se impuso como una modalidad en lo laboral. La vida de las personas cambió por un conjunto de nuevas prácticas de convivencia hogareña y laboral. Con el confinamiento las familias cohabitaron las 24 horas, todos juntos. Para muchos significó reorganizarse, desafiarse a redistribuir las responsabilidades domésticas y para otros profundizar las brechas de desigualdad.
La ANF ha conversado con profesionales que nos han contado su día a día, las “múltiples” actividades que se han concentrado en su hogar. Sobre las tensiones que ha representado vivir en pandemia y adoptar un nuevo modo de vida, de convivencia en lo familiar y laboral.
Las jornadas de Mónica Jiménez empiezan muy temprano a las 6:00 y descansa a medianoche. Vive con su hijo, Sergio, de 10 años.
Es periodista y ahora se desenvuelve como consultora, por lo tanto, cien por ciento del trabajo lo realiza desde casa. Al principio de la cuarentena y por un tiempo estuvo desempleada, esto ya era una preocupación sumada a la crisis sanitaria y al temor de los contagios. Fue un tiempo difícil porque solo ella podía salir a hacer las compras, para luego ocuparse de todas las tareas del cuidado de la casa.
Después consiguió trabajo que fue lo mejor que le pasó en plena pandemia, cuando la tendencia eran los despidos. Recuerda que cada día se levantaba a las 5.00 hrs., salía de su casa ubicada en El Alto a las 6.00 hrs., se dirigía al teleférico para bajar al centro de La Paz y estar puntual en su oficina.
Confiesa que se sintió aliviada cuando se suspendieron las clases para los escolares, pues adaptarse a la modalidad virtual en ese tiempo fue muy difícil, a ella le permitió salir a trabajar sin esta preocupación.
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