Jalisco, tierra de desaparición y colectivos de búsqueda

Jalisco, tierra de desaparición y colectivos de búsqueda
Jalisco, tierra de desaparición y colectivos de búsqueda

Víctor Arias nació en Jocotán. Desde joven comenzó a trabajar como obrero en la fábrica de zapatos Canadá, en Guadalajara. Allí conoció a El Flaco, quien lo invitó a leer el Manifiesto Comunista y a participar en círculos de lectura, donde conoció a Alfonso. El Flaco pertenecía a la Liga Comunista 23 de septiembre, que buscaba concientizar al sector obrero a través de la publicación Madera. Víctor, Alfonso y otros amigos y familiares comenzaron a participar en la redacción, preparación e impresión de materiales para repartir en fábricas.

Por difundir ideas, el Estado los desapareció en 1977. Los jóvenes provenían en su mayoría del barrio El Zapote, en Zapopan, Jalisco. Sus madres se conocían entre sí y en el camino de búsqueda conocieron a don Luciano Rentería y a otras familias que peleaban con-tra la represión desde 1973, con quienes se integraron como Comité Pro Defensa por los Presos, Exiliados, Perseguidos y Desaparecidos Políticos.
De acuerdo con el historiador Camilo Vicente, las desapariciones de personas comenzaron antes de los años sesenta, pero fue hasta los setenta que se instaló la desaparición forzada como política de Estado1: me-diante esta práctica, el gobierno de José López Portillo concretó la eliminación de las guerrillas.

En sus tesis de doctorado, los historiadores Camilo Vicente2 y Adela Cedillo3 plantean que hubo una intersección entre la etapa contrainsurgente y la guerra contra el narco —llamada Operación Cóndor—, pues los perpetradores de la desaparición y las ejecuciones extrajudiciales fueron premiados con el negocio de las drogas.

Carteles y guerra contra las drogas

En este contexto surgió el cartel Guadalajara, en la capital jalisciense. De los años ochenta y noventa existe el imaginario de que no hubo desapariciones. Pero hay indicios que indican que tendríamos que investigar toda esa época: el 2 de diciembre de 1984 desaparecieron Benjamín, Pat, Dennis y Rose, estadounidenses que tocaban casa por casa para compartir sus creencias como testigos de Jehová. En enero de 1985, el periodista John Clay Walker y su amigo Albert G. Radelat, también estadounidenses, salieron a cenar. Los confundieron con agentes de la Administración para el Control de Drogas, los desaparecieron, los torturaron y seis meses después encontraron sus cuerpos4. Un mes después, desaparecieron al agente Enrique Camarena. 

En esta década y los años noventa se fortalecieron redes de poder político-criminales, en las que lo legal y lo ilegal son dos caras de la misma moneda. 
 

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GUILLÉN, Alejandra
GUILLÉN, Alejandra

Revista Magis