Es viernes por la tarde y llueve copiosamente en San Ignacio de Mojos (Beni), tal como acordamos hoy nos encontramos en la subcentral del territorio TIM (Territorio Indígena Multiétnico), ciertamente hay muchos temas que los tienen preocupados. La lluvia retrasa mi llegada a la subcentral, pero las mujeres me esperan con la mesa lista; Meme Pauli, presidenta de la organización de mujeres alista la chicha, Meme Rosalía de la cartera de organización de la subcentral trae las actividades, todo mientras Meme Petro, vicepresidenta de la organización, da de mamar a su bebecito de apenas un mes de vida.
Los papeles ya están en orden, antes de dar inicio a todas las actividades nos ponemos al día sobre nuestros asuntos personales y cotidianos, es que hace mucho que no nos vemos (aunque una semana pueda parecer poco de manera lineal, aquí es una eternidad); hablamos de la salud de los enfermos, del regreso a clases y de la época de lluvia, la charla se vuelve larga
La llegada de Tata Berna y de Tata Rolin nos hace dar cuenta de que tenemos que volver a la reunión. La mesa se completa con toda la dirigencia en pleno y tratamos juntos un amplio abanico de temas: cuestiones orgánicas referidas a la organización de las actividades tales como el funcionamiento de cada cartera, el problema de educación de los hermanos Tsimanes, las dificultades que se han presentado en torno a la lluvia y la pérdida de productos, las trabas al proceso autonómico, la ley de unidad territorial y la lista de problemáticas parece no tener fin. Mujeres, Memes, y varones, Tatas, de la subcentral del TIM comparten problemas, sueños, así como también luchas.
Tras la larga reunión las Memes me piden juntarnos nosotras: las mujeres. Es que, créase o no, hay más para seguir trabajando. Y es que parece que la vida es así, hay problemáticas o temas comunes que nos atañen a todos: varones y mujeres; pero las mujeres siempre tenemos algo más, un plus, algo que sentimos que simplemente nos toca a nosotras, que es nuestra responsabilidad indelegable, porque nos interpela o simplemente porque nadie más lo ve.
La mística de la sensibilidad femenina nos hace mirar la realidad con un tono más de ponernos en el lugar del otro, de conmovernos y dejarnos interpelar; quizás hasta veamos y pensemos lo mismo, pero lo sentimos, lo canalizamos diferente.
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